Eres
mi mujer de los grandes ojos y las manos buenas
llena
de esa cálida luz que te baña entera
frutal
como el verano que incendia los cereales
corazón
de paloma que por el mundo vuela.
Eres
el principio del día en tu callada mansedumbre
sombras
que se diluyen ante la claridad que llega
para
alumbrar mis mañanas, para amarte entera
más
allá de todas las palabras, de la alegría y la pena.
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