Señor, Usted es mi primavera en el último renglón de la vida .
Los ríos se parecen a sus palabras
y viajo complacida en la brisa que sopla mientras habla.
Abre el día con un saludo en mi castillo de espumas
y las mañanas enlazan violines a mi lado.
Sus ojos tiernos deslumbran los momentos del día
y mis manos de empapan con su piel morena.
Un juego de azules marchan en el aire
y en ese cielo se confunden su perfume y el mío.
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