Por esas calles vacías... del pueblo
donde nacieron tus juegos,
donde vagaron mis pasos... lejanos,
entre la niebla del tiempo.
De aquella infancia perdida... la mía,
de soledad y recuerdos,
fueron volando palomas... heridas,
buscando abrigo en tu pecho.
Hasta quedarse dormidas... pequeñas,
en tu más hondo silencio.
Por vos probé la alegría... primera
de un corazón compañero,
en vos se abrieron tus sueños... dormidos,
llenos de mar y misterios.
De aquella luz encendida... ¿recuerdas?,
cuando asomaba el invierno
desde un abril de ternuras... presentes,
que hallamos sin conocerlo.
Desde un cielo de dulzura... llovizna,
tu amor de azúcar moreno.
Entre las horas inciertas... del tiempo,
que acosa a todo labriego,
tus manos fueron semillas... de amor
en la tierra de mi cuerpo.
Para olvidar la tristeza... pasada,
para cantar a la vida,
para volar por un cielo... sagrado
de soles y de alegrías.
Para que vuelen azules... palomas
junto a tu nombre y el mío.